Título: Si me necesitas, llámame
Autor: Carver, Raymond, publicada EE.UU. 2000
Fecha de la reseña: 01/09/2021
Raymond Carver
tiene el don de representar situaciones triviales -y hasta tediosas si me
apuran-, de manera magistral, como si midiera las palabras, no con la métrica
de Flaubert que podía pasar días buscando la palabra correcta, sino desde las
emociones: sabe dónde parar, sabe qué narrar explícitamente y sabe dónde guardar
silencios para que el relato cobre mayor fuerza, este minimalismo consigue que
sus relatos sean memorables.
Un matrimonio
que está en las vísperas de su separación intenta darse una oportunidad de
revertir ese desenlace. No parece ser un argumento rebuscado, todos conocemos a
alguien que pasó por esto. Se perdió el amor que los unió por tantos años,
cansancio, rutina o lo que quiera ponerse como pretexto, el punto es que ambos
ya consiguieron una pareja temporal para pasar el rato mientras resuelven el
problema importante que es, justamente, su matrimonio.
—¿Van a divorciarse? —había preguntado
él.
—No, si podemos evitarlo —le contesté.
Era un sábado por la mañana y había poco tránsito—. Ninguno de los dos quiere
llegar a eso. Por eso nos vamos; por eso no queremos ver a nadie durante el
verano. Y por eso te enviamos con tu abuela. Para no mencionar el hecho de que
volverás con los bolsillos llenos de dinero. No queremos divorciarnos. Queremos
estar solos y tratar de solucionar las cosas.
Despojarse de
orgullos y olvidarse de heridas, parecen ser tareas complejas cuando se trata
de la pareja, sobre todo porque los daños fueron infligidos justamente por ella.
¿Vale la pena intentar olvidarlo todo y recomponer algo ya roto? Para este
matrimonio sí; tienen un hijo que sufre por la situación y ellos mismos se
tratan de una forma que evoca una vida de felicidad simple y doméstica (acá se evidencia
de forma muy efectiva lo sugerido frente a lo explícito). El relato transmite
que hubo mucho sentimiento entre ellos y no quieren dar fin a esa vida. Aunque
pienso que en realidad lo que necesitan es aclarar -cada uno consigo mismo- si
realmente se extinguió el amor y compromiso que los unía a la otra persona (nuevamente
la sugerencia potencia la narración), el plan de pasar solos el verano, no fue
armado para recordar su vida en común, no; en realidad necesitan despejar la
duda íntima de si el amor de pareja aún existe.
Pero Carver es
un escritor realista, no endulza sus historias con clichés simplones para
llegar a mayor público, pues no llegan a estar ni una semana juntos hasta que
Nancy se da cuenta de la realidad, esa convivencia es una rutina que ya no la
satisface; con una explosión emocional termina rompiendo el plan y entre lágrimas
decide irse de la casa y del pueblo al día siguiente, no sin que antes ambos evoquen
las heridas abiertas. La verdad es que los personajes son bastante grises y
bastante comunes.
Esa noche,
mientras ella hace su valija encerrada en su habitación y él fuma con insomnio
en la puerta, entran al jardín cuatro caballos blancos que empiezan a comer la hierba
del patio, Dan asombrado con el show, no puede más que llamar a Nancy que sale
con ojos rojos e hinchados a contemplar la escena. Ambos olvidan por un rato
los problemas y se acercan a los caballos contagiándose del aire de paz que
evocan, inconscientemente están felices de poder compartir, talvez por última
vez, un momento de complicidad al sentirse tocados íntimamente de la misma
manera y con la misma emoción por un espectáculo tan inesperado como hermoso. Esa
complicidad instantánea tan difícil de encontrar, sugiere una suerte de
despedida de esa felicidad doméstica compartida en su vida en común. En estas
cortas líneas, los personajes salen de su mundo gris para elevarse a la magia que
el autor es capaz de conseguir, con pocas palabras y muchos silencios consigue exaltar
las emociones y mostrarnos lo que realmente Nancy y Dan están dejando atrás.
—Nancy,
tienes que venir a ver esto. No vas a creerlo. Vamos, levántate.
—¿Qué pasa? Me estás lastimando. Qué
pasa.
—Querida, tienes que ver esto. No voy a
lastimarte. Perdona si te asusté. Pero tienes que levantarte y venir a ver
esto.
Pocos minutos después estaba a mi lado
en la ventana, atándose la bata.
—Dios, son hermosos. ¿De dónde vienen? Qué hermosos son. (….)
—Será mejor que llame al sheriff —dije.
—Todavía no. Un rato más. Nunca veremos
algo igual. Nunca, nunca tendremos caballos en nuestro jardín. Un rato más,
Dan.
¿Y qué es lo que
queda después de algo que inicia de una forma tan honesta como un matrimonio? (dudo
que alguien se case pensando en separarse). Supongo que mínimamente el respeto
y cariño por los tiempos vividos y por la persona que fue tu acompañante de
vida, cariño suficiente como para decirle a la hora del adiós final: Si me
necesitas, llámame.
Leí a Carver
hace algunos años, creo que por el 2013 y éste fue uno de mis relatos favoritos
junto a “Catedral” en el que se narra una situación mucho más común,
pero con un contenido muy profundo que nuevamente cobra fuerza con los silencios.
Recomiendo sin titubear al gran Raymond Carver.
—Escríbeme,
¿quieres? —dije yo—. Nunca pensé que fuera a pasarnos. En todos estos años.
Nunca lo pensé. Ni una sola vez. No a nosotros.
—Te escribiré. Mucho. Las cartas más
largas que hayas visto desde las que me enviabas en el secundario.
—Las estaré esperando.
Ella me miró largamente y me acarició la cara. Entonces me dio la espalda y se alejó por la pista rumbo al avión. (…)
Volví a la casa, estacioné el coche y miré las huellas que habían dejado los caballos la noche anterior, los trozos de pasto arrancado, las marcas de herraduras y los montones de bosta aquí y allá. Entonces entré en la casa y, sin sacarme el saco siquiera, levanté el teléfono y marqué el número de Susan.
Nutraj
Excelente reseña Raulito, motiva a buscar este libro. Gracias!
ResponderBorrarGracias querida Tati, los relatos de R. Carver son imperdibles.
ResponderBorrarEste lo puedes leer acá: https://www.literatura.us/idiomas/rc_sime.html