Título: Crónica del pájaro que da cuerda al mundo
Autor: Murakami, Haruki
Fecha de la reseña: 29/03/2014
Son pocas veces las que encuentro un libro que me conmueva, como este, en varios de aspectos: estilo narrativos, construcción de personajes, cambios de movimiento en la lectura, etc. Murakami y su "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo" me dejó una impresión tan duradera que pasados 2 años de haberlo leído me compré un ejemplar físico que releí con ansias y estoy totalmente seguro que lo volveré a hacer.
La sutileza para cambiar entre escenarios reales y surreales, unidos generalmente por un recurso onírico, logra que de alguna manera el argumento sea atrapante; otro punto interesante es que los personajes tengan rasgos muy definidos y atrayentes debido al halo de misterio que los rodea, misterio que se encuentra presente en toda la novela, empezando por el título.
Narrar una historia desde una voz en primera persona suele ser un arma de doble filo, pues al contar los hechos desde el punto de vista del personaje principal, se limita demasiado el campo de visión general pues si se es coherente con este estilo, el personaje no podría dar un criterio diferente al suyo y a su subjetividad; además que por lógica, el personaje no se enteraría de hechos que tal vez sean importantes para el desarrollo de la historia.
Este aspecto Murakami lo resuelve soltura y destreza, además de una manera casi transparente para el lector: mueve las voces de narración desde una perspectiva personal del protagonista, hacia una voz en tercera persona que puede elevarse de las apreciaciones íntimas de Tooru Okada (personaje principal) y nos ofrece una explicación para resolver dudas que el protagonista no podría. Digo casi transparente porque existen pasajes en los que quien se comunica con el lector es justamente esta voz en 3ra persona y narra hechos que, si bien son importantes, uno no llega a enterarse que quien hablaba era este observador omnipresente, para enterarnos es el propio Murakami quien nos lo hace saber casi al terminar el libro; tal vez algunos otros pasajes tendría que haberles tomado más atención para saber si sucedió algo similar.
Algo que sentí presente en el transcurso del libro, y de una manera muy fuerte, es la sensación de tranquilidad y aplomo que se transmite en la narración: no importa la gravedad de los problemas, Tooru Okada, un tipo simple, se enfrentará a ellos con la serenidad de un pescador pero con la persistencia de la lluvia. Se usa un lenguaje simple, sencillo y directo, lo que no significa ligereza intelectual ni falta de profundidad, al contrario, si hay algo que me gustó más que todo, es la profundidad de los personajes en sus pensamientos y en sus actitudes.
<<¿Puede un ser humano llegar a comprender plenamente a otro? Cuando deseamos conocer a alguien e invertimos mucho tiempo y serios esfuerzos en este propósito, ¿hasta qué punto podremos, en consecuencia, aproximarnos a la esencia del otro?>>
Para ser equilibrado también mencionaré las partes que no me gustaron. Si hay algo que nunca pude soportar, es una historia abierta, un final dejado al libre albedrío de sus personajes; si bien en la historia principal narrada si se tiene un desenlace y sabes lo que ocurre, existen historias paralelas que no son concluidas y, peor aún, que ni siquiera se ofrece una pauta sobre la suerte que tuvieron los personajes, y si esa pauta existe, es de una manera muy ligera y poco seria.
Por otro lado, como buen ing. de sistemas no puedo evitar analizar los aspectos informáticos y ponerlos a prueba para verificar su validez. Murakami en este sentido se aplazó. Luego de desmenuzar el carácter de Cinnamon y además de mostrarnos sus bondades intelectuales y su grado de genialidad autista, no es coherente que Tooru Okada tenga tanta facilidad en el descifrado de contraseñas y en la violación de la seguridad de los sistemas administrados por aquel. Todo el despliegue informático mostrado es burdo y muy poco trabajado; tal vez considerando los años en los que escribió la novela(publicada en 1995) pueda aminorar esta sensación, de todas maneras me queda el mal sabor a boca relacionada con esta parte.
Intento siempre encontrar un móvil claro en cada libro, un camino que se pueda divisar y sobre el que los personajes danzarán movidos por los hilos del autor, en este caso y considerando la extensión, hay más de uno, pero el principal es el amor. Me arriesgo a afirmar que la historia, es una historia de amor, pero un amor conceptualizado desde una acepción diferente, que no encaja en la clásica definición cliché de la pareja bailando y besándose bajo la lluvia, o en el ramo de rosas previo a la cena romántica o de la pasión desenfrenada; es más, Tooru y Kumiko pasan la mayor parte del libro separados. Es un amor más realista, de las nimiedades inherentes a la rutina, de la necesidad de ese momento de silencio cómplice al estar dos cuerpos quietos escuchando una canción o compartiendo un par de cervezas y una película en la profundidad de la noche, sin otro fin ni otra presunción que sentirse juntos; de esa voluntad de enfrentarnos a todo cuando esas pequeñeces se ven amenazadas, de sentir que el hogar, más allá de representar un lugar, representa una compañía y la vida, ante cobra un sentido nihilista si llegaran a faltar estas trivialidades. ¿Por qué sigues esperándola?, le preguntan varías veces a Tooru. No sé, responde, con mínimas variaciones. Puede ser que esa sea la realidad del amor: la incertidumbre de las razones frente a la certeza del objetivo.
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